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Foto del escritorClaudia Sánchez

Entendiendo el enfado, la ira y la furia

En estos días iba en el Transmilenio y veía las caras de las personas, lástima que no me pude ver la mía para completar mi estudio sobre caras y gestos.

Ví ojos llorosos y rojos, me imagino de cansancio, tal vez algo de tristeza. También vi ojos de enfado, ira y furia. El enfado lo vi como una mirada o gesto ya fijo, en alguien que al parecer mira así, al menos cuando va en transmilenio, si tu mirada se encuentra con esa mirada, encuentras una mirada de enfado.


También ví ojos de ira, una mujer hablando por teléfono y su tono y palabras indicando que estaba enfadada con la persona con quién hablaba o sobre alguien con la que estaba enfadada.


Los otros ojos qué vi fue los ojos de la furia, cuando alguien entro al transmilenio pero al parecer la persona con la que iba no pudo entrar. Manoteaba, puteaba y era como una explosión en implosión. Fue fuerte verla, mis neuronas espejo por un momento me llevaron a sentir lo que ella al parecer estaba sintiendo. Tuve que respirar y dejar de mirarla.


La furia es una emoción, la emoción se siente tan física que al parecer poco o nada podemos hacer para no sentirla. Nos pasa, la última vez que la sentí fue como una ola de calor desde el plexo hacia arriba y las extremidades.


La ira parece ser algo intermedio entre la emoción y el sentimiento, viene el estímulo, lo interpretas y la sensación viene al cuerpo, tal vez vienen más pensamientos que alimentan la ira. La última vez que la sentí, ya iba a enviar un mensaje de texto bomba, pero pude respirar y preguntarme qué era lo que estaba pasando y de qué me estaba avisando la furia.


El enfado es un sentimiento, es algo que implica tu racionalidad, te enfadas por la interpretación que haces de una situación, por lo que te imaginas que el otro piensa o siente. Porque interpretas como injusto un hecho.


Las tres tienen energías poderosas y si no logramos escuchar la razón por la que están o el mensaje detrás de ellas, nos vemos actuando desde la agresión y la reactividad, empeorando las situaciones y alejándonos de lo que realmente queremos. Hace poco experimente una situación de mucho enfado casi llegando a la ira. Antes de continuar hablando decidí usar la auto-empatía y conectar con lo que realmente me estaba molestando. Me llevo a darme cuenta de que era y poder tenerlo claro para cuando se dio el momento adecuado expresarle a la persona que cuando usa una palabra al referirse a mí, vuelven recuerdos de dolor y que no me gusta. Qué asumo que soy yo la que le doy ese significado cargado a la palabra y que me gustaría que supiera lo que me pasa cuando la menciona. La otra persona tuvo oportunidad de expresarme que su intención estaba alejada de quererme herir.


Es muy importante poder respirar y escucharse a uno mismo y no permitir que se nos vuelvan las emociones y sentimientos un estado de ánimo, una actitud fija que tenemos ante todos y cada situación.


La Comunicación No Violenta nos da herramientas para poder salirnos del ciclo reactivo, escucharnos y escuchar al otro. No invita, en lugar de querer eliminar la emoción o el sentimiento, a hacer la pausa, escuchar y aclarar internamente lo que es importante para nosotr@s para desde allí podernos expresar y actuar.


Pensaba que Bogotá a veces se siente como una ciudad de enfado y que si todos hacemos nuestro trabajo interno, podría sentirse más amable, más cálida. Cuando hago mi trabajo interno antes de salir de casa, puedo conectarme con eso que también somos los que vivimos en Bogotá a pesar del trancón y el sistema de transporte que tenemos.



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