No solo recibimos energía de nuestros alimentos, respiración o ejercitarnos, también la recibimos de nuestras conversaciones, nuestra interacción física con otros seres vivos, poder soñar y conectarnos con la posibilidad de creación... de conectarnos con lo distinto a nosotr@s que posibilita el aprendizaje y el vernos a nosotro@s mism@s a través de los ojos de los demás. Este tiempo sin poder planear mucho, con la incertidumbre sobre el futuro, con los desafíos que implica estar limitados en nuestro movimiento y en nuestras interacciones presenciales, nos ha enfrentado a temas nuevos y también, que ya estaban allí, pero no teníamos el espacio de sentir y pensar.
Esta situación que estamos viviendo es un llamado fuerte como especie a preguntarnos cuál es nuestro sentido, nuestro propósito y a soñar e imaginar "el mundo en el que queremos vivir"... Frase que se relaciona con las intenciones de la Comunicación No Violenta; dejar de hacer, pensar y sentir desde lo automático y volver a las intenciones profundas, a lo que realmente nos conecta con la vida... Alimentar una vida y un leguaje dinámico, que abraza el movimiento, el cambio, el sentir y lo que realmente nos importa.
Estos anhelos o necesidades: sentido, propósito y visión, las veo como esenciales en este proceso que vivimos como planeta, nos dan energía a muchos niveles. El sentido al que me refiero aquí tiene que ver más con el sentido de la vida, con preguntarnos ¿por qué estamos aquí?, ¿Qué venimos a hacer en este mundo?, ¿qué es la vida?, lo cual forma parte sobre el significado y el objetivo de la vida o más general de la existencia de los seres humanos. Vinimos a explotarlo todo y a crecer sin parar acabando con nuestro propio bienestar o vinimos a evolucionar, aprender, relacionarnos de maneras que sanan y cuidan también, a los demás. Creo que es un momento importante para hacernos preguntas sobre el sentido real de nuestras vidas.
El propósito lo relaciono aquí con el regalo que tenemos para dar, con nuestros donde y talentos, con aquello con lo que podemos contribuir a nuestra comunidad y planeta, con aquello que nos ayuda a sentirnos realizados. Es momento para preguntarnos sobre lo que amamos hacer, lo que nos sale de alguna manera orgánico y buscar hacerlo más. Es así como realmente contribuimos al planeta, hacer lo que no nos sale, lo que no nos gusta, solo genera más personas frustradas, malhumoradas y resentidas. Un pequeño paso a la vez, puede llevarnos muy lejos si es con constancia.
La visión, es algo que yo misma experimento como borroso, pero veo algunas luces... he visto imágenes de ciudades con más espacios verdes, más huertas, más árboles que den frutos, puedo imaginar ritmos menos acelerados para nosotr@s, con espacio para la familia, comer conscientemente y alimentar la espiritualidad como cada un@ se relacione con ella, ya sea desde una religión, servicio o meditar. ¿Qué nos imaginamos distinto? ¿Qué es lo nuevo y renovado que nos dejará esta experiencia? Yo espero de corazón, que esta experiencia nos cambie y no volvamos a ciertos hábitos, al automático, que esta experiencia, bastante amarga para varios, nos sirva de algo, qué podamos ver la lección y nos renueve.
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